lunes, 25 de diciembre de 2006

La delgada línea entre la bondad y la estupidez

Entre la bondad y la estupidez hay un trazo de distancia. El bondadoso sabe perdonar y entender el porqué de los actos. El estúpido sin embargo es ciego, no puede discernir entre la acción y la causa. El hombre que perdona, es decir, que comprende, avala la situación y ofrece un verdadero gesto de humildad, es un hombre bondadoso; pero quien sin siquiera entender el porqué de las acciones perdona incondicionalmente, pensando de manera obsesiva que nada de todo lo perdonado volverá a suceder, o peor aún, el que perdona sabiendo que inevitablemente tendrá que volver a perdonar, es un verdadero estúpido.