domingo, 24 de febrero de 2008

Candidez

La apacibilidad con la que dormía mientras mi lengua acariciaba su espalda se sentía impenetrable; pero cuando la orquesta comenzó, empecé a notar como sus músculos se contraían lentamente y su respiración se enredaba en el "Acknowledgement" con habilidosas rupturas. Un ritual irrepetible de casi ocho minutos, donde los movimientos y sonidos mas hermosos nacieron de su cuerpo, y donde yo fui el único testigo.