lunes, 12 de enero de 2009

Burgués

Puedo adaptarme a tu idiosincrasia; dejar a un costado mis manías, mis hábitos; convertir mi carcajada en sollozas risitas, refinar mis modales. Puedo levantar la frente y hacerle frente a esa realidad en la que me encuentro inmerso cuándo accedemos a tu casa mayor, tan pomposa y enjuagada o abrasiva y pegoteada. Puedo aburguesarme al límite de tus límites ¡Realmente puedo hacerlo! Puedo mirar los ojos de los príncipes y no los culos de las princesas; fusionarme en esa cosmovisión flácida y estéril a la que no pertenezco, puedo dejar de ser un extraterrestre para ser un cosmopolita... Pues lo cierto, amigo mío, es que la belleza del extranjero sin papeles, del reo sin culpa, de la puta sin pija o del minusválido sin muleta me conmueve mucho más, porque esa realidad es una aventura sin límites, como yo, que ya no tengo límites, puesto que los dejé en un viejo blazer.