martes, 22 de junio de 2004

La cuenta regresiva

Destinados al hartazgo, somos pequeñas piezas de una gran máquina a la que llaman ¨sistema¨. No lo queremos, pero tampoco nos animamos a abolirlo, ni siquiera a criticarlo. Trabajamos doce horas diarias, dormimos ocho y tenemos cuatro horas mas en acción de cuenta regresiva carcomiéndonos el cerebro. Cuatro horas de cafeína, de aseo, de burocracia, de ruedas, de sexo, de que ya faltan quince minutos para volver a la rutina.
Nietzsche decía que el hombre que está muy ocupado, rara vez cambia de opinión. Y ese es el punto. Manipulan nuestras mentes, las llenan de información incierta y de ¨empleados del mes¨ y de ¨menciones honoríficas¨ para que nos sintamos complacidos y a gusto con nuestra esquizofrénica labor diaria.
¿Quienes son los que mueven los hilos?, Tipos como nosotros. Tipos que un día son servidores, devotos a la miseria; y al otro son Dios, o los verdugos que apaciguan esclavos que quizás algún día intenten quitarles el pan y el Mercedes y la casa con piscina y los zapatos y el perfume francés y sus mujeres y sus hijos y sus vidas.
Los gremios. Mentirosos, defensores de la avaricia, de la condena y de los ¨pseudo derechos humanos¨ y de toda esa basura. Ladran fuerte, hasta que les tiran un hueso sin carne, juguetean con él, saborean la porquería. Y se olvidan. Cuando el hueso ya sabe a madera, vuelven a ladrar y a patalear y a orinar sus pantalones como niños embaucados.
Los hombres estamos dotados de una racionalidad estéril, que no sabemos manejar... Somos el karma de nuestras propias acciones, somos el generador y el represor de nuestras propias elecciones.