jueves, 17 de junio de 2004

Un elegante caballero voyeurista

Tantas horas atrincherados en esa habitación enorme. Estaba repleto de plantas, discos y libros que hacían confortable al lugar.
Vos, perfectamente recostada sobre la cama, con los pies envueltos en una descuidada cobija azul. Tu mirada perdida, lejana. Quizás anhelando conocer algunas sensaciones que aun no habías descubierto.
Yo, desparramado en el piso, tapado de almohadones y artículos que no me interesaba leer. Solo te miraba. Contemplaba desde tu respiración hasta el más meticuloso de los movimientos que tu cuerpo me regalaba en absoluto silencio.
Y el Diablo, elegante caballero, parado en un rincón de la habitación, expectante de lo que estaba por suceder...