miércoles, 27 de junio de 2007

La Vesania

Oh pequeño mandril amarillo, ¿Crees que ser inteligente es creer? Los seres inteligentes no creen, crean.

Creer: ¿Qué paradoja no? Creer que sos Anais Nin, Alfonsina Storni, Bill Brandt, Charles Baudelaire, Karl Marx o Mijail Bakunin ¡O todos ellos juntos, que va! … Esas Personas creaban, no creían.

Creer es mentir.

Nunca fuiste inteligente, ni rica, ni hermosa, ni musa; ni siquiera delgada, mucho menos sutil y refinada. ¡Hubieras adorado contar con los defectos más osados de esa clase a la que nunca perteneciste! Pero para tu desgracia, no sos verdaderamente egocéntrica, ni gagá, ni caprichosa. Ni siquiera la más puta en la cama.

¡Si al menos pudieras caminar erguida! Tu estructura ósea, mandril amarillo, lleva la carga ancestral de otra raza, o quizás sea la mochila de cagadas que rige en tu espalda la misma presión que una morsa de carpintero sobre la madera húmeda.

¡Yo estoy aquí para juzgarte, oh mandril amarillo! De este delgado cuerpo que tu burda y grotesca naturaleza jamás dejó contemplar, nace el alma y emerge la furia, se reproduce el arte y mueren las penas, por los siglos de los siglos…

¡Yo estoy aquí para hacerte saber, oh mandril amarillo! En el nombre del padre, del hijo y de la concha de tu madre, que nunca jamás fuiste.