martes, 25 de noviembre de 2008

La pavorosidad del letargo

Enredo los dedos de mi mano hábil -la izquierda- en su pescuezo. La alzo hasta donde las articulaciones de mi brazo lo permiten. Clavo mi mirada en sus ojos alucinantes; puedo ver el universo en ellos; me pierdo. Rechino los dientes. Todo el amor que siento viaja desde mi pecho hasta las falanges de mi mano en alto. Aprieto. Siento entre mis dedos como intenta respirar sin éxito. Sus ojos se desorbitan hacia adentro; comienzan a llenarse de sangre; el derecho revienta. Me espanto. La bajo; la abrazo. Rompo en llanto. Trato de recuperar la belleza; no hay manera. Su ojo izquierdo está casi destruido; intenta mirarme; lo logra... No me juzga.