lunes, 14 de junio de 2004

El arte del backgammon - dedicado a Matías

Ambos llegan al bar con timidez, la música es algo añeja y suena tenuemente creando un buen clímax.
Son observados por los habitúes del lugar. Uno lleva un pequeño maletín bajo el brazo, el otro una sonrisa un poco forzada.
Se sientan enfrentados, bien cerca de la ventana y escuchan la lluvia estallar contra el suelo. Se regocijan.
La mesera se acerca y toma el pedido de ambos.
Abren el maletín... Un reluciente tablero de Backgammon.
Ordenan las piedras, escogen los dados y la batalla comienza. Podría ser sangrienta, estratégica, veloz o psicológica; cualquier medio es válido en el arte de la guerra.
El duelo transcurre con gran fluidez, y los rivales están expectantes. Lidiando con la fortuna, la angustia, la duda y el paso en falso.
En este tiempo, los jóvenes se olvidan que esta batalla es un juego, y usan todo su intelecto para poder triunfar sobre el otro. A pesar que el botín está latente, y que las apuestas se doblan exuberantemente con constancia, la gloria de la victoria y el sabor de la derrota ajena, es la verdadera recompensa.